Para que quede claro

Por Horacio Vázquez-Rial No había por qué esperar que las muchedumbres, heridas en su corazón y en su razón, se manifestaran ruidosamente contra quien amenazara de muerte a mi muy respetado y admirado Gustavo de Arístegui. Pero de ahí al enorme silencio que concitó la noticia hay un abismo. Un silencio, para colmo, subrayado por la …

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