Javier Orrico: El burro y la noria del 23-F

Tras el mensaje del Rey, me eché a la calle. Llevaba tres meses en Murcia, en un piso en la entonces incipiente Plaza Mayor. Tomé por Santa Teresa y me asomé a la Gran Vía. Había un coche de municipales. Ni un alma. Lo que recuerdo es un silencio zombi. Eso era España, la que dicen que se salvó del golpe. Lo que pasa es que eran muchos golpes.