Manuel Castells, termina un artículo en La Vanguardia –del que he tomado el título para mi comentario– aseverando: «Si una clase política deslegitimada, (para el 60% la mayoría de políticos no son honestos) rechaza una reforma creíble de sí misma, una revolución, adaptada en formas y contenidos a nuestro contexto histórico, tiene más visos de realidad que la permanente ocupación del Estado por unos representantes en los que los ciudadanos no se reconocen representados».
«Una revolución, adaptada en formas y contenidos a nuestro contexto histórico» es un oximorón. De la lectura de «Los monstruos políticos de la Modernidad. De la Revolución francesa a la Revolución nazi (1789 – 1939)», de María Teresa González Cortés se desprende lo contrario. De la Revolución francesa a la Revolución nazi, son los contextos históricos los que se plegan a la performance revolucionaria.
El momento pide una evolución no una revolución… No una revolución reaccionaria. No hay que jugar con cosas que no tienen repuesto ni olvidar, que en el mundo hay niños.