Muchos cayeron del caballo como Saulo de Tarso el 11 de setiembre de 2001. En parte porque, como el mismo San Pablo, ya tenían alguna noticia sobre algo que estaba sucediendo cerca, muy cerca. Y en parte porque el deslumbramiento fue inevitable, dada la intensidad de la luz, que no era divina para el caso, sino humana, demasiado humana.
Escribí entonces, en el prólogo a La izquierda reaccionaria:
Ataques simultáneos a Nueva York, Washington y algún otro punto de los Estados Unidos, que no ha sido mencionado en la prensa pero al cual se dirigía el avión secuestrado y derribado por sus pasajeros en la ruta de Pennsylvania, marcaron el comienzo de una nueva época.
Una época, la nuestra, señalada, como era de esperar, por la aparición de algunos libros –y de algunos artículos memorables, como el de Salman Rushdie aparecido en español en El Mundo del 4 de noviembre de 2001 y titulado “Sí, esto tiene que ver con el islam”, o el de Gabriel Albiac el 12 de setiembre de 2002 en el mismo periódico, “Tomar partido”– que ponían el dedo en la llaga de lo que estaba sucediendo, no ya con el terrorismo musulmán, sino con el islamismo propiamente dicho, en todas sus variantes sectarias, violentas y no violentas, objetivamente combinadas en una lenta pero segura invasión de Occidente.
El más exitoso de esos libros fue sin duda el de Oriana Fallaci, La rabia y el orgullo, escrito a toda prisa y publicado por La Esfera de los Libros en España en 2002. Pero el texto de Fallaci tenía un antecedente imprescindible, del que los editores de nuestro país decidieron prescindir: la obra de Bat Ye’or, quien ya en 1985 había publicado The Dhimmi: Jews & Christians Under Islam y en 1996 The Decline of Eastern Christianity: From Jihad to Dhimmitude. Bat Ye’or es la creadora del término Eurabia, cuyo sentido expuso en su libro de 2005 Eurabia: The Euro-Arab Axis, pero que ya Fallaci emplea en su libro de 2001.
En 2001 apareció en francés y en español En nombre de Osama Ben Laden. Las redes secretas del terrorismo islámico, escrito por Roland Jacquard, presidente del Observatorio Internacional del Terrorismo. Escrito antes de los atentados, el autor advertía en él de tal posibilidad.
El muy importante libro de Pascal Bruckner La tiranía de la penitencia (hubiese sido más adecuado traducir “La tiranía de la culpa”, como se hizo en la versión inglesa) apareció en francés en 2006 y en español en 2008. El filósofo francés dedica esta obra al sentimiento de culpa del hombre occidental ante lo que considera sus grandes crímenes, sobre todo la colonización, de lo que ya había tratado en una obra muy anterior, El sollozo del hombre blanco. Ambos son textos que merecen ser leídos.
En 2004 apareció en nuestra lengua Al Qaeda y lo que significa ser moderno, de John Gray, una obrita curiosa acerca del empleo de los productos tecnológicos de la modernidad al servicio de la ideología más retrógrada que se pudiera imaginar: “Nadie se engañe: en comparación con ese impensable retorno al primitivismo irracional extremo, Adolf Hitler sería un avanzado de las libertades públicas. Frente al islamismo hoy, más que frente al fascismo hace medio siglo, sólo caben dos: ganar la guerra o perderla”, había escrito Albiac en el artículo que he mencionado más arriba.
La crisis económica y la más que probable recesión han relegado el problema islámico a un segundo o tercer término, es poco lo que se escribe al respecto y menos aún lo que se traduce, pero no debiéramos olvidar que, precisamente, son los momentos de debilidad y vulnerabilidad de Occidente los que permeabilizan la piel de nuestra civilización.
Mientras debatimos acerca de la peor o la mejor manera de salir de deudas, de las ciénagas económicas en que nos han metido y nos hemos metido, olvidamos una cuestión mucho más seria y de más largo alcance. Yo recomiendo un poco de sosiego y de lectura de los clásicos sobre el tema: Bernard Lewis, por ejemplo, o Serafín Fanjul entre nosotros. Tampoco hay que perderse los controvertidos libros del profesor Huntington, no sólo El choque de civilizaciones, también ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense. Para mirar mejor hacia el interior, La España convertida al islam, de Rosa María Rodríguez Magda, sigue siendo lo más recomendable. Porque no ha habido un antes y un después del crack del 29, ese terremoto del capitalismo que, sin embargo, no cambió nada estructural, pero sí ha habido un antes y un después del 11 de Setiembre.
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