Fernando Caro: Indignada (Auténtica)

Yo soy una “CON-3”. Con una formación muy sólida, Con trabajo y Con…

Por Fernando Caro

Hablo con una joven (*). Indignada a su modo, genuina, auténticamente indignada I(A).

Tras partirse el colofón de su espalda en tiempos de escuela, instituto compartido con conservatorio, escuela politécnica y doble diploma en una ingeniería X por uno de los centros más prestigiosos de Y, decidió volver hace algún tiempo a España: 3 idiomas y 5 años de vida laboral altamente cualificada sin haber llegado a los 30. ¡Chapeau!

Escribe ahí, me dice, que, puestos a acuñar sandeces tipo ni-ni, yo soy “con-3” (Con una formación muy sólida, Con trabajo y Con…). Ella está I(A) contra algunos de los “indignados”, una porción nada desdeñable de los cuales son sus coetáneos, beneficiarios en parte de su esfuerzo y del fruto de su trabajo, prestaciones de paro, ayudas, subvenciones… “solidaridad” obligada, vamos.

Personajes que hunden sus raíces en la irresponsabilidad de sus años de instituto y botellón: renunciando a formarse lo hacían a forjarse como ciudadanos, a tener opinión propia, poder ser un poquito libres y tener una formación que les permitiera llevar una vida autónoma.

(Basta oírles balbucir, o berrear sandeces, ante una alcachofa con cámara ad-hoc para avergonzarse profundamente de la supina ignorancia y estulticia que evidencian sin pudor muchos de estos jóvenes y no tan jóvenes. Por profesión algunos hemos ido conociendo y conocemos de muy cerca a estos mocetones al que el hedonismo se les acaba. Han llegado tarde y se les echan encima tiempos muy, muy, pero que muy duros aunque no se quieran enterar).

Mi interlocutora está indignada contra algunos “indignadores”, aquellos que aprovechando la circunstancia no les importa dejar a su paso tierra quemada y humillar mileurísticamente a lo mejor de nuestra juventud, a los que se les impide el que puedan emprender una vida autónoma con un atisbo de dignidad en muchos casos.

“Sigo partiéndome el colofón, prolongando mi jornada laboral más allá de lo que dice el contrato, para tratar de asegurarme el puesto de trabajo, acaso progresar, por mucho, mucho menos, que el sueldo de analfabetas bien conocidas que me representan en organismos internacionales”.

(Mira, si no, el gobierno de la zapatería, me digo. De esta fauna de indignadores, hay algunos que me “ponen”. Van a las tenidas de la Moncloa para, suplantando al parlamento y la voz de españoles, diseñar itinerarios políticos diciéndole a zp que agote su mandato, que no se preocupe, que su futuro no peligra: “sepa de qué alivios podrá disponer, de los mismos con los que el Sr. Gabarró y otros así gratifican a quienes fueron sus predecesores en el cargo. Ya puestos…”).

“Como acceder a una vivienda digna es una quimera he de dedicar un 65% del líquido del que dispongo cada mes al pago del alquiler de una caja de cerillas (35 m2) “de lujo”, por el que la propiedad –quizás de más de un 50% de un inmueble con 70 o más viviendas – se desgrava pero yo nada de nada porque excedo el umbral legalmente establecido”

(Es una opción. No lo es que les suban el IVA, la luz, las tasas, la gasolina o las retenciones por el IRPF y lo que con ello ha de financiar).

Pero su indignación va “in crescendo” al acordarse de otros “indignadores”, aquellos que detentan la representación política a espaldas de quienes les mantenemos en las mil y una taifa nacional-regional-local-etc, repletitas de prodigiosos zapaterillos exultantes de formación.

(Y aquí me cabe recordar algo que acabo de leer a Gustavo Bueno, la crítica que de la “democracia” períclea hace Platón en su Protágoras).

“¿Cómo, me pregunta, van a representar a la soberanía nacional quienes carecen de la preparación adecuada y su único mérito parece ser la obediencia debida a quien les coloca en una lista cerrada y bloqueada, quienes carecen de la mínima soberanía personal?”

Ya ves. Le digo. Pizarro, tipo brillante y decente, “out”. Soraya y otras que tal, “in”. “Las listas las hago yo”, Rajoy, dixit. (Le digo que en mis tiempos jóvenes esto era “centralismo democrático” y le esbozo la cuestión… De los otros, la gran fábrica de reparto de miseria, ¿qué le puedo añadir que no vea o padezca?)

Y aunque I(A), ni puede ir a Sol ni a ninguna otra plaza en la que “pacíficamente” se conculcan los derechos de todos los demás, al alterarse drásticamente el orden en el que debe desenvolverse la convivencia civilizada, a manifestar su indignación.

Ella ha de asegurar que su estipendio llega al final de mes para sobrevivir, acudiendo religiosamente a su puesto de trabajo no sea que, quiera Dios que no, se desencadene otro ere que la arrastre a ella esta vez. Tampoco puede hacer llegar a “su diputado” su auténtica indignación porque, en primer lugar, no lo tiene. Y los de la lista a la que votó se llaman a andanas: no sabe de ninguno que obre de modo tan exótico, recibiendo, escuchando y canalizando las propuestas de sus electores.

“Yo también quiero contribuir a hacer España. ¿Cómo? ¿Formando parte de un partido político? ¡No puedo! Si quiero ganar más para intentar comprar un piso tengo que dedicarme más tiempo a mi trabajo.

Pero si decidiera militar en alguno ¿en cuál? No soy ni de las izquierdas ni de las derechas que dilapidan una porción nada desdeñable del erario público al que, por fuerza, contribuyo. Ni apolítica (porque este último término, un tanto manipulado, significaría que me excluiría de la vida pública pero no es así: soy española, vivo en España y participo en su sociedad, su espacio, su cultura). No me siento reflejada en ninguno de ellos.

Siento que los últimos gobiernos están robándome mi vida madura, me impiden crear una familia, emprender un negocio, contribuir a la regeneración económica, en resumen sacar a España de su camino a la tumba y hacer que vuelva a vivir. ¡Yo también quiero dirigir España!

Mis primeros domingos de votaciones los recuerdo como días bonitos: era sólo una niña que iba al colegio con sus padres, se encontraba con sus compañeros, familias y personas que vivían dichas jornadas con alegría y con la ilusión de expresar su opinión y tomar parte de la marcha de un país democrático. ¿Volverán algún día esos bonitos domingos de votaciones?”

PS. Tercer “Con”: con unas ganas cada vez mayores de volverme a ir por lo mucho que aquí se me niega, por lo mucho que aquí se nos niega. Irme a alguna nación seria, a ver si me reciben como aquí hacemos con el último recién llegado…

(*) Diálogo parcialmente figurado. La joven tiene nombre y apellidos. Por supuesto.

5 comentarios en “Fernando Caro: Indignada (Auténtica)”

  1. Liliana H. Rodriguez

    Esto me recuerda a la “película argentina” repetida muchas veces…los que pudieron irse, los que nos quedamos o pudimos hacerlo, los que volvieron por nostalgia de la familia y se arruinaron y se volvieron a ir o se quedaron, como aquél Ingeniero de chasis de alta competición que había trabajado un tiempo en la Ferrari y se volvió: una vez tomé su taxi, de tiempo completo, y me contó su historia.
    Lástima que muchas veces no alcance con el propio esfuerzo y el azar tenga su lugar de privilegio. Para unos y para otros.
    Ojalá no pasara allí, porque en la Argentina muchas veces el azar premió a “indignados” que mendigaban influencias y terminaron como yuppies con ministerios a cargo. Los preparados, los que hicieron de su vida una obra de arte de formación…muchas veces tienen que mentir “para abajo” en su currículum para tener un puesto de trabajado. Lamentable y real. Aquí se han robado generaciones enteras de jóvenes brillantes. Yo también recuerdo algunos domingos de votación con alegría.

  2. Infignado.
    Que palabra más bonita.
    Y que mal uso la están dando esos autotiluados “Indignados”. La estan violando.

Responder a Pedro Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *