El pasado sábado 23 de abril salió un amplio comentario en Página Siete, un medio –joven– de comunicación boliviano titulado: Editarán en Bolivia un best seller mundial de la izquierda. Precedido por el dato “La obra pertenece a Vázquez-Rial y titula La izquierda revolucionaria. Y con el subtítulo “La obra se publicará en noviembre en el país con todos los derechos respectivos y tendrá un prólogo y ensayos de varios escritores nacionales”.
Dicho artículo fue resultado de una entrevista de aproximadamente 40 minutos que le realizaron a Ernesto Martínez y tanto el hecho de que se trata de un “best seller” como que “en noviembre se publicará” y alguna otra imprecisión del artículo… son confusiones del periodista. Pero igual nos ha parecido simpático el gazapo. Ojalá sea una premonición que en breve podamos refutar. Lo que más nos interesa es que se remarcó lo que para nosotros es más importante:
“Martínez Acchini ofrece el servicio de impresiones a pedido desde la próxima semana. La misma consiste en que la librería imprimirá el libro a pedido de un lector y se lo entregará dentro de cuatro días. Este tipo pedido es novedoso en el país, porque se trata de una “impresión a demanda”, que tiene la finalidad de eliminar el desabastecimiento de varios títulos importados. “La palabra ‘agotado’ ya no existirá en las librerías”, promete Martínez”.
Les recomendamos, en el mismo Página Siete, el artículo de Fernando Molina No me vengan con eso de la patria:
“¿Tengo que ser yo –un “derechista”– el que recuerde los ideales de la fraternidad y la igualdad universales, venciendo las contriciones de nacimiento, raza y nacionalidad?
Sí, al parecer debo ser yo, porque estos ideales ya sólo se encuentran en el estatuto liberal, en un tiempo en que socialistas y conservadores no se diferencian casi en cuanto a su adulación al Estado, la autoridad, la jerarquía, la tradición, la bandera y los ejércitos.
Para socialistas y conservadores, por igual, lo que cuenta es la “esencia” de las personas, determinada por su “marco” de nacimiento: su lengua, su cultura, su clase social, su experiencia histórica. Para los liberales, sólo interesa el ser humano como tal, inconcreto, trascendiendo todos los “marcos”, lanzado sin distinciones a la aventura de recrear el mundo y hacerlo más vivible, más humano, mejor”.