Por Esteban Lijalad
Ciertos liberales creen que la política funciona como el mercado: que gana el producto mejor, más barato y más ajustado a la demanda del comprador. No es así: la política es el reino de la “narración”: gana el que mejor relata su proyecto, no el mejor proyecto.
La épica libertaria de la Revolución Francesa, la narración de un pueblo derrotando a la tiranía, ocultó durante siglos la realidad de un proyecto autoritario, violento, centralista, intervencionista. La Revolución Francesa sirvió de modelo a Mussolini y a Lenin: una minoría de profesionales de la política conduce al pueblo ignorante a destruir la República Burguesa e instaurar la “democracia de masas”, con su secuela natural, el “terror de masas”.
En Egipto es conmovedor como se cumple el consejo de La Boetie, dado en el siglo XVI: para que un tirano caiga basta con que le retiremos nuestro apoyo: toda su fuerza reside en el apoyo tácito del pueblo. Egipto prueba que la conversación en las redes sociales destruye la pretensión de controlar la “narración” desde el poder. En ese sentido es ejemplar. No olvidemos que en 2009 los ciudadanos iraníes se movilizaron por los mismos medios, las redes sociales, y pusieron en jaque a la Teocracia.
Hasta ahí, “ganan” los buenos.
Pero la política-oscura, no transparente como el mercado libre- no termina en el deseo del pueblo de libertad y justicia.
Detrás de esta explosión de libertad ya aparecen los primeros síntomas preocupantes.
La complacencia de la prensa occidental “progre” con la Hermandad Musulmana- madre de Al Qaeda – es patética.Se quejan de que Israel apoya a Mubarak y no “al pueblo”, como si la prioridad de la seguridad deba ceder al espiritu democratico. Cuando Occidente se alió a Satlin, nadie lo cuestionó: la prioridad era el combate a Hitler, no la Democracia en Rusia.
Hoy volaron el gasoducto a Israel, indicando cual será el derrotero cuando tomen el poder. Hoy el Ayatola Jomenei comparó la revolución egipcia con la iraní de 1979 y pidió que Egipto rompa con EEUU e Israel, los “enemigos del Islam”. Hoy los jóvenes de clase media que armaron el movimiento piden que se vuelva a la normalidad ya que han conseguido lo principal, que Mubarak renuncie a la reelección. Pero son desoídos por una multitud claramente identificada con la Hermandad- a diferencia de los primeros días, en los que la Hermandad se ocultó-.
El movimiento está girando rápidamente hacia la “narración islámica”, de una supuesta humillación por parte de Occidente e Israel y la necesidad de una “revolución islámica”, no de una “revolución democrática”.
O sea: el aire libertario, progresista de los primeros días está virando hacia la oscura región del rencor, la violencia y el “todo o nada” fanático. El peor “producto” está ganando en el “mercado político” egipcio.
Totalmente de acuerdo, llevo varios días pensándolo, temo que cualquier provocación a Israel pueda degenerar en una respuesta, que aunque legítima, podría desembocar en una reacción en cadena infernal, los retroprogres,claro, siempre defendiendo el cuanto peor, mejor, todo lo que sea antiamericano y anti israelí es bienvenido para ellos, lo mejor sería afianzar el estado de derecho en Egipto para caminar hacia una democracia plena, sin que vascule hacia posiciones extremistas, pero claro, eso cómo y quién lo dirige…, es una zona tan compleja…, hoy he leído una entrevista a uno de los Hermanos Islámicos éstos que parecen ahora corderitos… Ojalá que todo sea para bien. Saludos
Hola ‘Viator’,
Agradecemos tu comentario. ¿Sabes que Horacio presta bastante atención en su libro La izquierda reaccionaria al antiamericanismo y al antisemitismo?
Te invitamos a que lo descubras.
Saludos cordiales,
Pablo Odell, editor.