La izquierda, España y Europa entera se merecen unos representantes mejores que estos ante las generaciones venideras. El cristianismo sobrevivirá a esta nueva persecución como sobrevivió a otras del pasado. Lo que está en juego es el sentido de Europa en la Historia del mundo. Si nuestro continente renuncia a promover y defender la libertad religiosa de todos allí donde se encuentren, se estará traicionando una vez más a sí misma. Estará cediendo, de nuevo, frente a los asesinos y los totalitarios.
Esta semana, los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Italia, Polonia y Hungría han enviado una carta a la alta representante de la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, en la que piden que se promuevan medidas para proteger a los cristianos de los atentados terroristas que sufren en varios países islámicos. La verdad es que la lista es un poco descorazonadora.
Es verdad que está la República Francesa, aquella que unas veces se traiciona a sí misma y otras rescata el nombre de Europa para la Historia. Que se lo pregunten a Jean Moulin y a los resistentes franceses que lucharon contra los nazis. Ahora, el terrorismo islamista amenaza la libertad y la democracia en todo el mundo y ahí están los franceses luchando contra Al Qaeda en el Magreb.
No podía faltar mi querida Italia. Los italianos han sufrido dolorosas pérdidas luchando contra el terrorismo por el mundo. ¿Recuerdan al joven Fabrizio Quattrocchi? Abu Muzab Al Zarqawi lo asesinó en Irak el 14 de abril de 2004. Cuando iban a matarlo exclamó: vi faccio vedere come muore un italiano. “Ahora veréis como muere un italiano”. No sé si este joven era un mercenario, pero sí sé que Zarqawi era un terrorista. Quien mira a la muerte cara a cara es mejor que quien asesina por la espalda o mata un hombre desarmado. Así, el capitán del ejército Nicola Ciardelli, de 34 años; el mariscal jefe de carabineros, Franco Lattanzio, cuya edad no trascendió, y el mariscal jefe de carabineros Carlo De Trizio, de 27 años; todos ellos, digo, eran mejores que los terroristas que los mataron.