Pablo Odell: Obama

Barak H. Obama
Barak H. Obama

Inaugura su segundo mandato con un canto a la unidad y al progreso. ¿A qué «tipo» de unidad y a qué «modelo» de progreso se refiere el el cuadragésimo cuarto y actual presidente de los Estados Unidos, Barak Obama? Es muy difícil saberlo. ¿Quién posee el conocimiento y la experiencia, la distancia y la honestidad para trasladarnos su figura con objetividad? ¿En quién confiar? Parece una empresa imposible.

¿En El País, por ejemplo, que termina su editorial El valor de Obama con estas palabras? «Obama sabe que la sociedad ha cambiado. La política en esta sociedad postracial será muy diferente. Y Obama marca el antes y el después».

¿En Antonio Caño, también en El País pero un día antes, que terminó así un escrito titulado Bienvenido a la izquierda, señor presidente? «Tiene a favor una sociedad que ha evolucionado en los últimos años hacia posiciones más progresistas, y él ha sabido verlo a tiempo. Obama tendrá ahora que traicionar su propio carácter para construir un legado, pero ese es un extraordinario incentivo para cualquier sacrificio».

En relación a la crítica expresada a las izquierdas por Horacio Vázquez-Rial en La izquierda reaccionaria, «Bienvenido…»  ¿a qué izquierda, Antonio? ¿A qué casa ideológica tras haber traicionado qué valores? ¿Qué es ser de izquierdas?

¿La sociedad americana ha evolucionado en los últimos años hacia posiciones más progresistas? ¿Cuáles, y desde dónde? Ben Werschkul, Claudine Hutton, Elaisha Stokes, Axel Gerdau y Pedro Rafael Rosado se expresan distinto como avatares mediáticos de alto rendimiento en The New York Times, en What Obama Looks to Accomplish.

El mundo de la política, de droga hasta las cejas debido a una concatenación frenética de eventos imparable e imposible de atrapar, siempre al último grito de la rabiosa actualidad instalado en un imaginario conectado por todo el planeta. ¿Son el mismo Obama todos esos? ¿Qué relación mantienen el Obama de www.barakobama.com con el Obama comandante de guerra en Afganistán? ¿Esas guerras se vuelven de izquierdas de paso, o sea, justas? ¿Y el Obama que arroja la Wikipedia?

¿Se trata del mismo Obama al que Mario Noya da con un caño en Libertad Digital, el de Steven F. Hayward concretamente, autor de la Guía políticamente incorrecta de los presidentes norteamericanos? Sostiene Mario «Con su programa de transformación de América, con su Estado entrometido y manirroto, Barack Obama no está ahí para velar por la Constitución. Está para socavarla».

Cuando Obama pronunció su famoso discurso en la Universidad de El Cairo, Horacio comentó «En pocos años habrá un régimen islamista radical en Egipto» y sin embargo, fue un discurso muy aplaudido y celebrado por las izquierdas, las europeas especialmente. ¿Cuál fue el verdadero sentido del poder de Obama entonces? ¿Se refería a Obama Martin Luther King, Jr en su «We Shall Over Come»?

¿Obama es una figura fractal, una sucesión de imágenes descompuestas, de secuencias que empezaron en otra parte y continuarán en cualquier otro lugar? De lo que no hay duda es de que hay Obama para cada paladar; un ideal ubicuo y delicioso, ambiciosamente generativo, completamente adaptado a los gustos del consumidor global.

Raspada la capa de mercadeo del Partido Demócrata, que la tiene; raspada la lectura siempre sesgada que hacen medios y profesionales involucrados para que siga ardiendo la hoguera de las vanidades ideológicas que los encumbran; raspados los prejuicios raciales, estéticos, y de forma; raspados los enormes líos de la política, en todos los órdenes de la vida… ¿De quién hablamos?

¿Acaso Obama es un hecho único, casi religioso, con razones verdaderamente de peso para sigamos su ejemplo? ¿Qué ejemplo? ¿Es Obama un líder o un personaje digno de encomio? En la medida que resulta tan complicado verlo a través de los medios que lo observan: demasiados flashes, demasiado Twitter, demasiado multimedio, demasiados juegos con cosas que no tienen repuesto, se podría abordar lo que significa este segundo mandato de Obama, con un rodeo por «Los monstruos políticos de la Modernidad. De la Revolución francesa a la Revolución nazi (1789 – 1939)», de María Teresa González Cortés.

Llegarle al avatar de Obama como destino histórico, identificando la naturaleza de sus relaciones, con un relato que ponga de manifiesto el servicio –los servicios prestados– a que sometió sus ideas. Observarlo durante este su segundo mandato como un Obama completamente fuera de cualquier realidad que no sea histórica, desde el rincón ilustrado del que nos habla María Teresa en este libro importante, parte de un ensayo espectacular.

Llegar por la vía del relato histórico porque de lo que hablamos es de hábitos, no del político; de su representación y no del espigado, atractivo y elegante muchacho de  Chicago, que un día tuvo un sueño.

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *